Navegación fluvial y transporte por carretera

En Sudamérica, la navegación fluvial era a menudo la única posibilidad de conectar la región periférica del Amazonas con los prósperos centros costeros. Lo mismo ocurría con las selvas de Centroamérica, a las que solo se podía acceder a través de los numerosos cursos fluviales. A excepción del oro, en las selvas tropicales apenas se extraían materias primas ni se establecían plantaciones. Por tanto, se renunció a ampliar allí la red ferroviaria, sobre todo porque las condiciones climáticas y geológicas locales eran más que desfavorables. No obstante, la navegación fluvial rara vez aparece en los billetes, y lo mismo ocurre con el transporte motorizado por carretera.

Los incas ya habían trazado una red de carreteras de más de 30 000 kilómetros, que se siguió utilizando más allá de la época colonial. Sin embargo, estos antiguos restos de carreteras resultaban totalmente inadecuados para los automóviles que empezaron a aparecer a partir de la década de 1950. La ampliación y el asfaltado de las carreteras no empezaron a realizarse a gran escala en Latinoamérica hasta la segunda mitad del siglo XX. Antes, eran principalmente sencillas yuntas de caballos y bueyes las que utilizaban la red existente de caminos y carreteras, la mayoría de ellos de tierra. Esta sencilla forma de movilidad y de transporte de mercancías era la realidad cotidiana de muchos habitantes de Centroamérica y Sudamérica y suele reflejarse también en el diseño de los billetes.

Perú 1870, caravana de llamas descansando: en los Andes, las mercancías solían transportarse por los antiguos caminos incas.

Colombia 1904, embarcadero de vapores fluviales en el Río Magdalena: muchas poblaciones fueron accesibles únicamente por vías fluviales hasta bien entrado el siglo XX.

Uruguay 1935, yunta de bueyes en la Pampa: el uso de camiones y la ampliación de grandes superficies de carreteras asfaltadas no comenzó hasta la década de 1950.